lunes, 19 de agosto de 2013

33.

¿Cuántos son ya? ¿4, 5 meses?
No lo sé, y tampoco es necesario que lleve la cuenta.
Lo nuestro nunca se ha caracterizado por tener fecha, ¿verdad?
Y aún así la tuvimos.
Tuvimos cuatro razones para no dejarlo tirado, y aún las tenemos para seguir intetándolo.
Cuantas mentiras nos salpicaron, y cuantas veces nos vimos dañadas por ellas.
Cuantas malas personas intentaron jodernos, y ahora observan como todo se recompone.

¿Sabes lo que les diría yo a todas esas personas?
¿Sabes la atención que les prestaría?

Nada. Y ninguna.

Porque no merecen nuestro tiempo; porque no merecen nada nuestro.
Nunca nos hizo falta nadie más para salir a flote.
Nunca nos hizo falta agarrarnos a clavos ardiendo para llegar a la cima.
Porque aún cuando no nos teníamos, lo hacíamos, aunque quisieramos negarlo; aunque nos empecinaramos en darnos las espalda.
En realidad, eso nunca ha sido posible, y todo lo que de verdad se siente, siempre vuelve.

SIEMPRE.

Por eso ahora estoy aquí.
En tu cama.
Escuchando como me cuentas tus batallitas, esas que tanto me gustan, mientras te escribo estas líneas.

Porque te las escribo a ti.
A nadie más.

Y después, pasaremos una de nuestras tardes alocadas, haciendo el gamba, y bebiéndonos la vida a cada suspiro, como hemos hecho desde que nos conocimos, sin descanso.
Porque la buena y verdadera amistad, no conoce de fechas, recesos y demoras.
La verdadera amistad, solo entiende de sentimientos.
La verdadera amistad, reside en el corazón.

No lo olvides.

Te quiero, estúpida desfinita.